No hay nada mejor que salir de la fría oscuridad, sentir los rayos tibios del sol y llenar los pulmones con bocanadas de aire fresco. Algo parecido fue lo que sentí este pasado 21de Julio al medio día. Es una sensación de libertad la cual apreciamos pocas veces; y que gracias a mis aventuras del bicentenario aprendí a querer un poco más.
Todo empezó con la celebración del bicentenario de la independencia de mi amado país Colombia. Cómo suele ser costumbre, los colombianos en el extranjero, buscamos la excusa
perfecta para armar la guachafita y tomarnos unos tragos con nuestros compatriotas. Podemos inventarnos desde un festival gastronómico a punta de chunchullo y morcilla hasta una empanada bailable de salón comunal con el tradicional baile de mapale que nos acompaña desde las izadas de bandera de colegio. (Esta vez me quedaron debiendo el baile)
Después de haber pasado por dos barcitos terminamos en la casa de unos estudiantes colombianos que venían a pasar el verano en tierras gringas. Estaba claro que la idea era armarse una rumbita, pagarse la bailadita y hasta cantar-Soy colombiano-. En medio del juerguero aparecen 3 carros de policía, todo parecía ser una simple queja del vecino por el ruido, el cual ya había llamado la policía dos o tres veces en ocasiones diferentes. Cosa que no tenía muy contentos a los tombos y razón por la cual ya tenían una actitud algo prepotente. La policía ve correr a todo el mundo y al parecer esto logró embejucar “alguito” a la ley porque oí a uno de los oficiales decir:“This kids are not going to play with me tonight” cosa que en términos colombo-policiales sería como “estos chinos maricas no me la van a montar hoy”
En ese momento Lili y yo éramos simplemente dos espectadores, hasta que nos preguntaron: Ustedes viven aquí? A lo cual respondí que no, y les pregunté si necesitaban algo. Ellos pasaron derecho a golpear la puerta. Al ver que nadie respondía volvieron a nosotros con la misma pregunta. Yo simplemente me limité a preguntarles que cual era el problema. No había
terminado de preguntar cuando se voltea uno de los oficiales diciéndome que porque los cuestionaba? Que yo estaba obstaculizando una investigación policiaca y que eso era motivo de arresto. Inmediatamente a eso siento que me cogen del brazo me voltea y en menos de 2 segundos estoy esposado sin poder moverme y siendo llevado a la patrulla y dejado allí, mientras ellos seguían su “investigación”.
Admito que tenía mis polas encima, pero nunca para faltarle el respeto a un policía (mucho menos en gringolandia). Quedé solo en la patrulla y como buen colombiano me di mañas de sacarme el teléfono del bolsillo y hacer un par de llamadas mientras esperaba a ver cuál sería mi futuro. En esas el oficial abre la puerta y lo primero que veo es a la pobre Lili con las manos atrás, cara de angustia y gritando que no podía entrar al carro porque tenía chichí y que no respondía si se orinaba en el carro. Claro la pobre ya se había tomado una buenas cervezas que tenían al límite su vejiga, pero al oficial esto poco le importó y Lili termino haciéndome compañía.
Mis llamadas fueron inútiles, pues mi contacto en la policía solo supo decirme que una vez en el carro ya no podía hacer nada. Y que por favor no llamara solo a pedir favores, jaaa! ahí están pintadas las ex, lo echan a uno por otro y sale uno a deber. Después de eso, me resigné a mi angustiosa realidad, la cual asumí como un macho carajo, pues tocaba mantener la calma ya que Lili si estaba un poco alterada. Ya acomodados en la patrulla y con la silla caliente, Lili me contó que la habían arrestado por interferir en el arresto de Camilo, otro estudiante colombiano, que no pesa más que mi hermanita (46 Kg.) y que fue derribado de un rodillazo por un oficial para ser llevado a otra patrulla.
Les cuento que ese paseo en patrulla es toda una experiencia, parece servicio de limosina con transporte puerta a puerta, le abren y le cierran la puerta, lo ayudan a subir y bajar del carro, le ponen un chofer que ya sabe su destino y no le cobran. Lo único malo es oír ese radioteléfono
con mil voces al tiempo hablando en clave y la ausencia de una champagne. Con todo y esto espero no volver a usar un servicio de transporte como estos.
Una vez llegamos hicimos nuestro check-in, nos quitaron relojes, billeteras, llaves etc. Lili estaba a mi lado y lloraba con más fuerza. Volteo y cuando la miro me doy cuenta que lloraba
porque le estaban quitando sus manillitas. Pobrecita, eso es algo sagrado para cualquier adolecente, se podían meter con cualquier cosa menos con sus manillas, obviamente a la ley poco le importó el significado de amistad que estas representan y la despojaron de estas.
Esta fue la última vez que vi a Lili, me llevaron a mi celda (esto suena muy triste), este es un cuarto de unos 10 x 4 metros, con bancas metálicas sujetas a las paredes, una puerta con barras de acero de arriba abajo. A diferencia de las celdas de las películas esta tenían paredes
color azul cielo inmundo con uno que otro rayón. Hubo algo que nunca entendí y fue el frio tan verraco que hace en un hueco de esos. La temperatura promedio es de 32 grados centígrados, pero en estas celdas estábamos a unos 17 grados, cosa que me sorprendió porque nunca vi ninguna rejilla de aire acondicionado (y no estaba pensando en volarme)
Compartí celda con catorce personajes más, de los cuales doce estaban por abuso del alcohol, uno por pegarle a la mujer y otro por delito indefinido (nunca quiso contar). Camilo estaba en la celda del frente, una celda parecida a la mía, acompañado de un tipejo que hablaba solo, se movía con temblores y para rematar tenía una cortada en la cabeza. Camilo del susto se sentó en el piso contra la puerta y yo hice lo mismo para poder hablar un rato y dispersar la mente.
Después de 3 horas fuimos llamados a juicio, empiezan a llamar uno por uno los ponen en fila, los esposan de manos y pies, lo cual es la peor sensación del mundo, y los van llevando a la corte. Llamaron a todos pero nunca escuché mi nombre, me quedé solo en esa celda preguntándome que había pasado. Finalmente se asoma un guardia pidiendo disculpa por no haber encontrado mis papeles
Mis cargos son leídos al frente del juez, los cuales son diferentes a los que me había dicho el policía, esta vez me dicen que es por intoxicación pública. La verdad creo que fue mejor motivo que la excusa estúpida que se inventó el policía. La pena a pagar son 160 dólares por la multa y poder salir ahí mismo, o esperar 3 horas mas y salir sin pagar.
Yo contaba ya con estar en mi cama en los próximo 20 minutos, pero a la salida me encontré con Lili y le pregunto que si iba a pagar. Me dice que no que ella esperaba, mis respetos para esta mujer que asumió el valor de salir a las doce. No sé porque me sentí tan mal, al punto que le dije al policía, que me llevara a la celda que yo salía cuando mi amiga saliera.
Así fue, a las doce del medio día recibí mis pertenencias caminé unos 20 pasos a esa puerta pesada de metal, la empujé y salí. Tome un fuerte respiro dejando llenar mis pulmones con bocanadas de aire fresco, mi piel sintió los rayos del sol y esa fría oscuridad se perdió entre destellos de luz dando muestra a mi libertad.
Un saludo muy especial para Lili que vivió una experiencia que recordará por siempre, en cuanto a mí, aprendí algo muy importante. “No llamar a la ex a pedir un favor”
Muy gracioso!
ReplyDeleteSi le hubiese tocado en Colombia, los tombos simplemente le habrían pedido un guarito pal frío!!
ReplyDeleteLas ex se vuelven como enemigos aveces....Se les olvidan que algun dia dijeron para las que sean
ReplyDeleteNuenca me olvidare de este dia..
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